capitulo 62

EL estridente ruido del teléfono despertó a Lali al día siguiente. En sus
sueños, llevaba un precioso vestido de noche y caminaba por una campiña verde... hacia Peter, que nunca había parecido más una estrella de cine. Entonces, de repente, el sueño se convertía en una pesadilla porque Peter se cansaba de esperar y desaparecía. Aunque intentaba frenéti-camente llegar a él, Peter se alejaba cada vez más. Le pesaban las piernas, no podía acercarse...
Lali se incorporó en la cama de un salto, murmurando su nombre.
Cuando descolgó el teléfono, estaba convencida de que era él y no pudo evitar un suspiro de desilusión cuando descubrió que era Candela.
Su amiga estaba tan emocionada, que Lali tardó un momento en entender de qué estaba hablando. Una famosa diseñadora londinense había visto el artículo en el que aparecían sus bolsos y estaba impresionada. Quería conocerla de inmediato.
Lali llamó al número que le dio su amiga y quedó con la diseñadora esa misma tarde. Contenta, saltó de la cama, hizo la maleta y llamó a un taxi para que la llevase a la estación. La relajante estancia en el campo había durado sólo cuarenta y ocho horas, pero daba igual, estaba muy emocionada con la noticia de que sus bolsos habían llamado la atención de una diseñadora tan prestigiosa.
Antes de cerrar la casa, un mensajero le llevó un teléfono móvil, cortesía de Peter. Era de su color favorito, lila, un último modelo. No debería aceptarlo, pensó... pero quizá le haría falta en caso de emergencia. Al fin y al cabo, estaba embarazada y, si se ponía de parto antes de tiempo...
Establecer una relación amistosa, o algo así, con Peter era la mejor opción. Después de todo, iban a tener un hijo. Aunque la tranquilidad que había conseguido yendo al campo había quedado destrozada con su aparición, como siempre. Tenía que aprender a vivir sin él de una vez por todas, se dijo. Y esa entrevista con la diseñadora podría ser justo lo que necesitaba para concentrarse en algo que no fuera el magnate griego.
Su nuevo teléfono sonó en ese momento.
—¿Sí?
—Soy yo —dijo Peter innecesariamente. ¿Quién si no iba a llamarla a ese número?—. Esta tarde tengo una reunión familiar, pero me gustaría verte mañana.
Lali respiró profundamente.
—¿Para qué?
—Quiero pedirte consejo sobre una casa que voy a comprar. Me gustaría que vinieras a verla conmigo.
¿Peter quería su consejo? Eso sí que era nuevo. ¿Un consejo sobre una casa que iba a comprar? ¿Pensaría mudarse? ¿Y por qué le pedía consejo precisamente a ella?, se preguntó, atónita. Pero decidió darle una
oportunidad.