Si Valente Vargas había engendrado a Daniela, ¿por qué no podría haberla engendrado también a ella trece años antes? Peter había reconocido que su difunto padre era un mujeriego sin la menor conciencia ni sentido de la responsabilidad. Lali había mirado las fotos de Valente en Internet y había buscado en vano algún rasgo de semejanza entre su supuesto padre y ella. Peter y Daniela habían heredado la altura y la tez de Valente, pero ella no guardaba el menor parecido físico con el hombre. Aunque eso sólo significaba que había heredado todos sus rasgos de sus genes maternos.
¿Sería posible que en algún nivel inconsciente hubiera sentido una fuerte afinidad con Peter y Daniela desde el principio por la existencia de una relación sanguínea? Era una posibilidad que no quería ni plantearse.
Aquella noche estaba tomando un baño cuando oyó el helicóptero sobrevolando la casa. Antes de poder detenerse, había corrido hasta el dormitorio del fondo para observar cómo el aparato descendía hasta desaparecer tras los árboles.
Vestida con unos pantalones de montar limpios y una camiseta verde, estaba dándoles de comer a Sansón y a Peanut en la puerta trasera cuando levantó la mirada y se quedó petrificada por la sorpresa. Peter estaba junto a la explanada de tierra más allá de los establos, viendo cómo Gas hacía avanzar a Tailwind a su ritmo.
Lali fue incapaz de contener la arrolladora necesidad de mirarlo. Ahora podía percibir una dolorosa semejanza en su figura alta y poderosa. Pero en cuanto experimentó la atracción magnética se avergonzó de sí misma y entró en casa, abrumada por la culpa. Ya no sabía cómo comportarse en su presencia. Diez días antes se habría sentido libre para caminar hacia la explanada y unirse a los dos hombres. Ahora estaba cohibida por la angustia y la inquietud. Media hora transcurrió lentamente, hasta que oyó el ruido de un motor al arrancar y cómo un coche se perdía en la distancia. Había vuelto a marcharse, pensó, y justo en aquel instante llamaron a la puerta principal. Con el corazón en un puño, fue a abrir. Peter la observó con una expresión tan oscura como el cielo nocturno.
—¿Cómo estás?
—Muy bien —respondió ella débilmente.
Estaba mintiendo, pensó Peter: parecía como si no estuviese descansando ni comiendo lo suficiente. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero su intención era llegar al fondo del misterio.
—¿Puedo pasar?
Lali dudó, pero se apartó para permitirle entrar.
—¿Por qué no me dijiste que mi hermana estaba enamorada de Gaston?
Sorprendida por la inesperada pregunta, Lali frunció el ceño.
—¿No se te ocurrió que podría estar en peligro? —añadió él.
—No. Con Gas no. Es un muchacho decente y sensato, y muy consciente de la edad de Daniela. No está haciendo nada para animarla —respondió Harriet
tensamente—. Odio decir esto, pero seguramente sea él quien esté en peligro por Daniela.
Atónito por su franqueza, Peter casi soltó una carcajada.
—Me lo imagino. Y aprecio tu sinceridad.
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ReplyDeleteMaass
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