—Jamás te lo hubiera dicho...
—¿Por qué? ¿Acaso soy un niño al que debas proteger? —la acusó Peter, y Lali se estremeció de dolor, porque era la primera vez que lo veía mostrar su furia abiertamente.
—No. Pero ¿qué sentido tiene que los dos nos sintamos como ahora? —susurró ella en tono angustioso—. No podemos cambiar nada.
Peter la fulminó con la mirada y apartó la vista, respirando aguzadamente. Tenía la mandíbula apretada y la boca firmemente cerrada. Estaba seriamente afectado. Lali podía verlo. Quería alargar los brazos y tocarlo, pero sabía que no podía hacerlo. Hasta la última fibra de su ser le dolía por haberle dicho la verdad... y se despreciaba a sí misma por su propia debilidad. Peter se había quedado tan aturdido y afectado por la revelación genética como ella había estado.
—Tengo que pensar en esto... —dijo en voz baja y ronca.
Ella asintió bruscamente. Tenía los ojos llenos de lágrimas, y las manos tan fuertemente apretadas que le dolían los dedos. ¿Cómo podría habérselo dicho cuando no había ninguna necesidad de que Peter lo supiera?
—¿Estás bien?
Ella volvió a asentir.
—Pues claro que no estás bien —murmuró él.
Se aupó a la silla de su caballo y Lali se dio la vuelta para perder la vista en la inmensidad del mar. No confiaba en sí misma para verlo cabalgando sobre la arena.
Su hermanastra. Peter se preguntaba una y otra vez cómo podía aceptar lo inimaginable. Nunca se había permitido odiar a Valente. El odio, como casi todas las emociones, le resultaba aberrante. Eso no quería decir que no hubiera despreciado a Valente, y desde que alcanzó la edad adulta en adelante había superado a su padre en inteligencia y autodisciplina. Pero parecía que Valente había sido el último en reírse, porque ahora estaba muerto y el pasado no podía cambiarse.
También se preguntaba por qué la madre de Lali había decidido contarle una mentira semejante después de tantos años, y descubrió que no tenía ninguna respuesta.
Pero lo principal era muy simple: no podría tener a Lali. Nunca debería haber empezado nada con Lali, y nunca podría volver a estar con ella. Era un fruto prohibido. Una socia y nada más. ¿Con cuánta frecuencia la vería en las cuadras? ¿Y cómo la vería? ¿Como una amiga? ¿Podría mantenerse en una relación amistosa?
De haber sido el tipo de hombre que se enamoraba, Lali habría sido la única, reconoció amargamente. Tenía suerte de no amar a nadie, pensó mientras bajaba a la bodega a por una botella de brandy. Se sentía muy mal, y pensar lo hacía sentirse aún peor. Decidió que se sentiría mucho mejor cuando hubiera bebido lo suficiente para borrar cualquier pensamiento racional. Era la primera y última decisión que tomaría en un tiempo.
Tolly llamó a Lali aquella noche y fue directamente al grano.
—Peter está bebiendo y él nunca bebe. ¿Hay algo que debería saber?
Maassss
ReplyDeletepobre peter le pego saber que era hermano de lali
ReplyDeleteQuiero mas
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