Peter se echó a reír, pues Tolly era el único que se atrevía a decirle que se metiera en sus propios asuntos.
—¿Qué sabes de ella?
—Que no estará soltera mucho tiempo —predijo el viejo con rotundidad y un brillo malicioso en sus ojos azules.
Peter arqueó una ceja en una mueca burlona.
—¿En qué te basas para estar tan seguro?
—Es una chica muy guapa con una sonrisa encantadora, un terreno y un negocio. Cuando se trata de pillar un buen partido, los hombres de aquí no son ciegos ni estúpidos. No, esa mujercita estará comprometida para el invierno.
—Tal vez busque algo más emocionante —murmuró Peter.
Los curtidos rasgos de Tolly se endurecieron.
—No lo creo, señor.
¿Señor? Peter se preguntó por qué su viejo mayordomo era tan sensible a una joven a la que acababa de conocer. ¿Sería porque Tolly había conocido a la familia de Lali y por tanto consideraba a ésta como parte de la comunidad? ¿O simplemente estaba demostrando su desaprobación al comportamiento frívolo y despreocupado que Peter mantenía hacia las mujeres y el sexo? Fuera lo que fuera, Peter estaba intrigado por la repentina formalidad de Tolly.
Al otro lado de la habitación, Mary había puesto música y había empezado a bailar moviendo sinuosamente las caderas. Se quitó la chaqueta lenta y provocativamente, seguida por el cinturón de cuero de la minifalda, y se contempló a sí misma en el inmenso espejo de marco dorado. Peter decidió que su próxima amante sería mucho menos presuntuosa y mucho más inteligente y encendió la televisión para ver las noticias.
Joseph Tolly vivía en una pequeña y bonita casita junto a la oxidada verja trasera de Lanzani Court. Lali pensó, no sin cierta maldad, que para ser un hombre tan arrogante y seguro de sí mismo, Peter Lanzani era sin duda demasiado pobre para mantener su propiedad en buen estado.
Pero entonces, ¿por qué había intentado comprar el terreno de Julia a un precio desorbitado?
El viejo Tolly apareció en la puerta antes de que Lali tuviera tiempo de llamar.
—Entre —la invitó con una amplia sonrisa de bienvenida.
A Lali la conmovió ver los cuidadosos preparativos que había hecho para su visita. Había una bandeja cubierta con un mantel blanco de encaje que contenía un juego de porcelana antigua y un pastel de chocolate de aspecto muy apetitoso. El mobiliario era muy sencillo y modesto, y todo estaba inmaculadamente limpio y reluciente.
—¿Me contará todo lo que recuerda de la familia de mi madre? —le preguntó con impaciencia a su anfitrión, pero enseguida se ruborizó—. Se estará preguntando por qué se lo pido a un desconocido cuando mi madre aún está viva. A mi madre no le gusta mucho hablar del pasado.
—Tal vez no tenga mucho de lo que sentir nostalgia —sugirió amablemente Joseph Tolly—. En aquellos tiempos la gente de aquí se esforzaba por sobrevivir
como pudiera. Apenas había trabajo. Incluso hoy en día hay que animar a los turistas para que recorran los serpenteantes kilómetros de carretera que llegan a Ballyflynn. ¿Ha visitado el viejo lugar donde vivía su familia?
—No sé dónde está.
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