Friday, October 2, 2015

capitulo 4

—Lo siento —murmuró Benjamin—. Me he pasado de la raya. ¿Te veré más tarde?
—No. Tendré suerte si consigo llegar a casa antes de la medianoche —respondió ella. Cuando llegara a Londres, aún tenía que llamar a la agencia, darle el parte a su jefa, Mercedes, y escribir un informe detallado. La reunión mensual con los ejecutivos de Zenco en Manchester era el compromiso más importante de su agenda.
—Es una lástima, porque te echo mucho de menos —le aseguró Benjamin con su encanto habitual—. Aunque yo también tengo muchas cosas que hacer hoy, así que si llamas y te encuentras con mi móvil apagado, no te preocupes y deja un mensaje. Tengo prisa... te llamaré mañana, encanto.
¿Encanto? A Lali la sorprendió aquel apelativo. Tenía un cierto deje de frivolidad que no era en absoluto el estilo de Benjamin. Su hermanastra, Euguenia, también lo usaba, pero Euguenia era una chica que siempre iba a la última moda. Lali sonrió con cariño al pensar con orgullo en la joven y lamentó, no por vez primera, que las dos personas que más quería, su hermanastra y su novio, no pudieran estar juntos en la misma habitación.
El móvil empezó a sonar de nuevo, justo cuando estaba a punto de marcharse a la reunión.
—¿Estás viendo las noticias? —preguntó su jefa en tono frenético.
—No... ¿por qué? —dijo ella al tiempo que encendía el televisor con indiferencia.
Mercedes era la reina del melodrama.
—Zenco se ha ido a pique —dijo Mercedes con voz áspera y dura.
A Lali le dio un vuelco el estómago y observó la pantalla. Cientos de empleados se arremolinaban frente al edificio de Zenco. Algunos golpeaban las puertas de entrada, pero en el interior no parecía haber nadie. Los rostros reflejaban desconcierto, ira e incredulidad. La cámara se detuvo y enfocó a una joven que sollozaba.
—Has estado tratando con la gente de Zenco. ¿Cómo es que no te diste cuenta de que había problemas? —le preguntó Mercedes. Su voz traspasó como un cuchillo el horror que sentía Lali al ver el drama en televisión—. ¡Si nos hubieras avisado, habríamos podido retirarnos a tiempo!
—Pero, Mercedes, ¿cómo podía yo...?
—En estos momentos no me interesan tus excusas —la cortó su jefa, que parecía estar histérica—. Ve allí ahora mismo y averigua lo que está pasando. ¡Y luego vuelve aquí enseguida! Sin el informe de Zenco se te acabó gastar a manos llenas como si te hubiera tocado la lotería.
Tras recibir aquellos ataques tan inesperados como injustos, Lali se presionó las manos contra las acaloradas mejillas. Su jefa era famosa por su lengua afilada, pero era la primera vez que ella sentía sus efectos en persona. Hasta esa mañana había sido su empleada favorita, siempre al frente de las negociaciones con Zenco y de un presupuesto que no paraba de crecer. Si Zenco tenía problemas, también los tendría ella.
Dos años habían pasado desde que se incorporara a la plantilla de Dar Design. Por aquel entonces, aún se trataba de una empresa pequeña, pero a Zenco le había gustado su campaña creativa y la entusiasta presentación de Lali. El resto era historia: la agencia había crecido con fulgurante rapidez y podía hacerse cargo de las
necesidades publicitarias de la multinacional. Pero ¿qué pasaría si de repente todo se venía abajo?

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