Wednesday, October 7, 2015

capitulo 57

A la mañana siguiente, Lali se resistía a despertar. Un remolino de fuego giraba vertiginosamente en su cabeza, y ella se aferraba al dolor con la convicción masoquista de que se merecía sufrir por haber abusado tontamente el vino.
Y luego estaba el beso de Peter... No podía dar crédito a lo ocurrido. Posiblemente el aislamiento al que se veía confinado en el condado de Kerry lo había empujado a bajar sus exigencias. Por lo que ella había visto, Ballyflynn no rebosaba precisamente de mujeres jóvenes y guapas. Pero entonces recordó que Peter no la había besado una vez solamente. Lo había hecho en dos ocasiones... y las dos veces se había empleado a fondo. Naturalmente, había una explicación más obvia: ella estaba en el lugar y el momento oportunos y él tenía ganas. Aquello parecía tener sentido, ya que era perfectamente natural que un reconocido mujeriego viese más que ganas de pasarlo bien.
Los golpes que sonaron en la puerta del dormitorio le hicieron soltar un gemido de autocompasión. La puerta se abrió con un chirrido.
—¿Lali? —la llamó Daniela—. ¿Quieres recibir tu primera clase de trenzado?
Lali se sentó de un respingo en la cama, ignorando el terrible dolor de cabeza.
—Sí... buena idea.
—Llevo aquí más de una hora, pero te he dejado dormir hasta tarde —dijo la joven desde el umbral.
Lali miró angustiada el reloj despertador y vio que sólo eran las siete de la mañana.
—Dame diez minutos —le pidió a Daniela con una valerosa sonrisa.
—Todo ha estado muy tranquilo por aquí mientras estabas fuera. Apenas he visto a Gas —se lamentó Daniela, mientras le enseñaba a trenzar la crin de Bola de Nieve—. Empiezo a pensar que me está evitando.
—Supongo que estará muy ocupado —sugirió Lali, intentando sin mucho éxito seguir el ejemplo de la joven—. Pero tengo que discutir un par de cosas con él. ¿Sabes dónde podría encontrarlo a media mañana?
—En Dooleys Bar, por supuesto —respondió Daniela, obviamente sorprendida por lo que ella consideraba una pregunta innecesaria.
Lali la miró con ojos muy abiertos, pero no hizo ningún comentario y se ofreció para llevarla a casa. Hacía una mañana espléndida, y mientras esperaba a que Daniela cargara su bicicleta en la camioneta, se quedó junto a la valla admirando los verdes prados que se extendían hasta la franja de arena blanca y las centelleantes aguas del Atlántico. Era una vista tan hermosa que casi hacía daño a los ojos.
—Corre el rumor por el pueblo de que has tenido una pelea con Peter. Está visto que eres mucho más descarada de lo que pareces —le dijo la joven con una mirada burlona.
Lali se puso colorada al recordar el beso de la noche anterior.
—¿No crees que tenga que evitarlo? —se apresuró a preguntar para disimular el rubor.
—No, ¡si tienes el valor de luchar contra él, podrías ser su mujer ideal! Lali se echó a reír.
—No lo creo.

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