Una sombra oscureció los ojos de Peter.
—O eres mi socia o no lo eres. La desconfianza hará que cualquier acuerdo entre nosotros sea inviable.
Lali se puso rígida, como si él hubiera hecho restallar un látigo contra su costado... Y en cierto sentido lo había hecho. Si no accedía a sus demandas, Peter lo tendría muy fácil para impedir que su negocio prosperara.
—La confianza es mucho pedir.
—Hay una cosa que debes saber sobre mí —dijo él en tono ligero y coloquial—. Nunca miento y nunca estafo a nadie. Cuando quiera algo te lo diré. Y cuando no me guste algo de ti lo sabrás.
Era una advertencia innecesaria, porque Lali no podía imaginarse a Peter sufriendo su rencor en silencio. En todos sus movimientos y palabras resonaba la inequívoca autoridad de alguien acostumbrado a conseguir todo a su manera.
—Bueno, respecto a los cobertizos que crees que te estropean la vista... —empezó ella, decidida a llevar la iniciativa, pero Peter la cortó con un elegante gesto de manos, dando a entender que no había nada que discutir.
—Tienen que ser derribados. No hay otra opción.
La exasperación se apoderó de Lali.
—Dime, ¿tienes pensado dejar que dé mi opinión?
—No quiero hablar de negocios contigo, Lali—le confesó él—. Tenía pensado algo mucho más entretenido. Por desgracia, hay otras obligaciones que son prioritarias.
Lali apartó la mirada de él, como si estuviera a dieta y le hubieran puesto delante una caja de chocolatinas.
—Eso es irrelevante —dijo con firmeza—. Esto es una reunión de negocios porque tenemos una sociedad en esta finca.
—El concepto de sociedad es nuevo para mí —murmuró él, parodiando la actitud severa de Lali con una expresión divertida y maliciosa.
Debatiéndose entre la frustración y la admiración que le producía su carisma, Lali respiró hondo y miró hacia los cobertizos.
—Te dejaré que los derribes si me construyes ocho cuadras nuevas en la parte de atrás.
—Lali... —Peter suspiró—. Eso es imposible...
—¡Entonces tendrás que aguantarte con esta vista desde tu ventana! —espetó ella con voz cortante—. No puedo tener unas cuadras sin las instalaciones adecuadas.
¡Tengo que ganarme la vida!
—Me opondré firmemente a que se levanten más construcciones en este lugar.
—En otras palabras, tienes un conflicto de intereses.
—Eras bien consciente de ello cuando decidiste asociarte conmigo en vez de devolverme el préstamo —le recordó él.
Lali sentía que la sangre le hervía en las venas y pasó la mirada por los alrededores mientras luchaba por reprimir la ira. Su temperamento estaba a punto de estallar, algo a lo que no estaba acostumbrada. Por regla general se comportaba como la persona más ecuánime y tolerante que se pudiera conocer, alguien que podía tratar las situaciones más difíciles sin perder la paciencia y el sentido común. Sin embargo,
Peter podía sacarla de quicio con un gesto tan simple como alzar una de sus aristocráticas cejas.
—Hay otra posibilidad.
Siiiii maaasss
ReplyDeleteotro =)
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