—¿Qué ha pasado con las vacaciones de esquí, el gasto que suponen los niños y todos esos chistes de abogados?
Eugue había estado restregándose los ojos, pero aquel inesperado comentario le hizo abrirlos como platos. Y entonces empezó a reír... sin poder parar. Estuvo riéndose hasta que se atragantó, y entonces empezó a llorar de nuevo. Lali abandonó su postura de distanciamiento y la rodeó dubitativamente con un brazo para llevarla hacia el sofá. Eugue se dejó caer a su lado y siguió llorando desconsoladamente.
—Lo quiero... lo quiero con todo mi corazón —repetía con voz ahogada—. ¡No sé qué voy a hacer!
Lali se sintió culpable por pensar que ella nunca habría amado lo suficiente a Benjamin para tolerar que la acusara de ser demasiado estúpida para él. Pero los restos de su ira hacia Eugue se habían borrado.
—Al principio estaba loco por mí... ¡Lo estaba! —murmuró Eugue dolorosamente— . Siempre me estaba enviando mensajes picantes al móvil. Creí que me amaba. Pensaba que tú y él habíais estado juntos tanto tiempo que se había aburrido y que nunca se casaría contigo.
—Puede que tuvieras razón.
—No, sólo me estaba diciendo a mí misma lo que quería creer. Ahora sé que estaba equivocada —los ojos volvieron a llenársele de lágrimas—. Benjamin nunca deja de compararme contigo. Has estado con él desde que erais estudiantes. ¿Cómo se supone que puedo competir con eso?
—¿Qué tiene que decir Emilia de todo esto?
Eugue soltó una amarga carcajada.
—¿Mamá? ¿Tú qué crees? No quiere saber nada. Nunca quiere enterarse de nada cuando las cosas salen mal. Está furiosa porque la boda se haya pospuesto y dice que ya nunca se celebrará. El mes pasado dio una gran fiesta para nosotros en París y presentó a Benjamin como mi novio. ¡Ahora no hace más decirme que la cancelación de la boda la dejará a ella en ridículo y que tengo que aprender cómo agarrar a un hombre!
La última frase la pronunció gritando y empezó a llorar otra vez. Pero aquellas lágrimas ya no eran tan sentidas, así que Lali le pasó un paquete de pañuelos y fue a la cocina a preparar un poco de té. Había estado pensando en hablarle a Eugue de Peter, pero ahora veía que no era el momento. Conocía demasiado bien a su hermana y sabía que hablarle de su propia felicidad haría sentirse a Eugue aún más desgraciada.
Eugue aceptó la taza de té y le hizo una incómoda confesión a su hermana mayor.
—Te he echado muchísimo de menos. Nunca fue mi intención hacerte daño... simplemente sucedió. Estaba loca por él, y llevaba mucho tiempo celosa de ti...
—¿Cuánto tiempo?
Eugue enrolló un mechón rubio en el dedo y puso una mueca.
—Supongo que desde mis diecisiete años. Benjamin siempre se estaba burlando de mí. Sabía que me gustaba, y eso le encantaba, de modo que siempre hubo una especie de coqueteo entre nosotros. Pero yo me sentía muy mal, así que empecé a comportarme de un modo engreído y superior, cosa que él detestaba.
Lali se inquietó un poco al descubrir lo joven que había sido Eugue cuando empezó a interesarse por Benjamin. Recordó vagamente cómo Benjamin solía burlarse de su
hermana pequeña.
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