Eugue vio cómo Lali pasaba la vista por el apartamento.
—Benjamin está en Manchester en viaje de negocios —declaró—. Ni siquiera sabe que te he invitado a venir, ¡y si se lo dices lo negaré!
—¿Por qué iba a querer decirle nada a Benjamin? —preguntó Lali, sorprendida por el tono de acusación de Euguenia—. Ni siquiera sabía que vivíais los dos aquí. Pensaba que estabais compartiendo su apartamento. No he visto a Benjamin desde que rompimos.
—¿De verdad no lo has visto desde entonces? —insistió Euguenia, mirándola fijamente con sus ojos azules—. ¿O sólo te estás haciendo la tonta? ¡Tal vez piensas que es la hora de la venganza y hayas hablado con él por teléfono todos los días! ¿Cómo podría saberlo yo?
Eugue estaba al borde de las lágrimas. Viéndola tan nerviosa y angustiada, Lali no pudo evitar que una punzada de compasión traspasara su impaciencia.
—No he tenido el menor contacto con Benjamin.
Su hermana no ocultó el alivio que le produjo esa confirmación, pero su expresión volvió a nublarse enseguida.
—Bueno, si no has sabido nada de él, pronto tendrás noticias suyas... ¡La boda se ha pospuesto!
—Oh...
—¿Eso es todo lo que tienes que decir?
Lali pensó un momento y asintió lentamente. En aquellas circunstancias no se le ocurría nada que no sonara igual de provocador. Los planes de boda la habían afectado al principio, pero había creído que Benjamin había abandonado sus reservas porque estaba enamorado. Ahora estaba claro que su relación con Eugue era bastante problemática, por lo que no era extraño que Benjamin se hubiera echado atrás ante la perspectiva de un matrimonio inminente.
—Tuvimos una pelea terrible el fin de semana...
—Eugue... no quiero involucrarme en esto —se apresuró a interrumpirla Lali—.
Pero siento mucho que las cosas no estén saliendo bien.
Las lágrimas resbalaron por el rostro turbado de su hermana.
—Claro que no lo sientes. Éste es tu momento... ¡Debes de sentirte muy orgullosa!
—Por supuesto que no. ¿Por qué dices eso? Benjamin y yo rompimos hace meses.
—Dijo que yo lo convencí para que te dejara... que soy demasiado estúpida para él —balbuceó Eugue entre hipos y sollozos de desesperación—. Yo lo quiero... Lo quiero de verdad... ¡Y lo estoy perdiendo!
A Lali se le encogió de pena el corazón.
—No debes permitir que Benjamin te hable así. Puede ser muy crítico, pero tienes que hacerle frente.
—¡Pero yo no soy lista como tú! —protestó Eugue—. Yo no fui a la universidad... no sé hablar de política... y tampoco me interesa. ¡Pero es lo único que saben hablar Benjamin y todos sus amigos!
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