—Te pido por favor que recuerdes lo joven que era yo cuando me quedé embarazada de ti.
—Sólo diecisiete años —aclaró innecesariamente Salvador.
Lali, que cada vez estaba más nerviosa, tuvo que reprimir el fuerte impulso de señalar que era consciente de aquel dato y que nunca había mostrado la menor intención de criticar las circunstancias de su nacimiento.
—Lo primero que debo decirte es que el hombre que me causó tantos... problemas —pronunció la palabra «problemas» con un mohín de desagrado— ya no está vivo.
Lali tragó saliva al sentir una punzada de decepción. Nunca se le había ocurrido que su padre biológico pudiera estar muerto. Aunque tenía que recordar que a ella la habían concebido casi treinta años atrás.
—Era mucho mayor que yo... Casi me doblaba la edad —explicó Emilia—. Pero era un hombre muy atractivo y sofisticado. Sabía exactamente cómo impresionar a la joven ingenua que era yo por aquel entonces.
Se hizo un largo silencio.
—¿Y qué pasó? —la presionó Lali.
—Yo trabajaba a tiempo parcial en la tienda del pueblo. A veces él venía a comprar cigarrillos y se quedaba a charlar y reír conmigo. Un día que estaba lloviendo se ofreció a llevarme en coche mientras yo volvía caminando a mi casa. Me sentí halagada por su interés —le reveló con voz tensa—, y cuando me pidió una cita tuve que mantenerlo en secreto, porque mi padre era muy estricto. Ojalá lo hubiera pensado mejor...
Emilia interrumpió el discurso por culpa de un sollozo ahogado, y Salvador rodeó rápidamente el sofá para sentarse a su lado y tomarla de la mano.
—Era el tipo de hombre que perseguía a las jovencitas. ¿Cómo ibas a saberlo?
—Me alegra que lo entiendas —dijo Emilia, mirando con sus enormes ojos azules a su marido y hablando como si estuvieran solos—. Había oído rumores sobre cómo había tratado a su mujer, pero no presté atención. Aunque la iglesia no reconocía su divorcio, para mí era un nombre soltero.
—Es normal —dijo Lali. No podía comprender por qué el marido de su madre tomaba el protagonismo en un asunto con el que no tenía nada que ver.
Emilia se aferró a la mano de Salvador y miró a su hija con dureza.
—Me temo que no hay nada nuevo ni emocionante en mi historia. Tu padre dijo que me quería. Dijo que quería casarse conmigo y yo lo creí. Estaba desesperadamente enamorada de él. Cuando descubrí que estaba embarazada, acudí directamente a él. Era tan inocente que pensé que se llevaría una gran alegría. ¿Sabes lo que me dijo?
Manteniendo la mirada fría y desafiante de su madre, Lali negó con la cabeza.
—No tengo ni idea.
—Dijo que el bebé que yo llevaba en mi interior no era culpa suya y que debía de haber estado con otros hombres.
—Ahora tal vez puedas entender por qué tu madre quería olvidar lo que le pasó hace treinta años —dijo Salvador—. Puede que fuera un tópico, pero aquel hombre sedujo a Emilia con mentiras y luego la abandonó.
noooooooo puede ser lali no es hermana de peter, Emilia esta mintiendo ��
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