Thursday, October 15, 2015

capitulo 134

Ni siquiera necesitaba pensar un plan de acción. Después de todo, sabía lo que debía hacer, ¿no? Peter estaría esperándola en su apartamento. Había que romper la relación. Inmediatamente. No había necesidad de decirle lo que su madre le había contado. Ninguna necesidad en absoluto. A Peter no le hacía falta saberlo. Y aunque lo supiera, eso no cambiaría nada ni haría la situación más aceptable. Valente Vargas había arruinado la vida de su hijo prácticamente desde su nacimiento. Peter no se merecía otra desgracia más que añadir a la larga lista. Ella podía ahorrarle la horrible verdad e impedir que tuviera que vivir con la misma, que era a lo que ella había sido condenada. ¿No era lo mejor que podía hacer por él? ¿No era el único modo que le quedaba para demostrarle su amor?
Un criado la hizo pasar al interior del ático. Aquel apartamento era tan moderno como tradicionales eran las otras viviendas de Peter: altos techos, amplias extensiones de mármol y piedra caliza. Peter estaba hablando en francés por teléfono y al principio no la vio, apoyado relajadamente contra el borde de una mesa de cristal. Su silueta alta y fuerte se recortaba contra la luz que entraba a raudales por la ventana que tenía detrás. Se rió y movió una mano en un gesto expresivo. Por un instante Lali temió que se le fuera a romper el corazón, cuando la agonía que había conseguido reprimir emergió de nuevo con toda su fuerza y amenazó con destrozarla.
—Lali... —dijo él suavemente, y extendió una mano hacia ella con la seguridad de un amante convencido de que su atención era bien recibida.
El rostro de Lali perdió su color, y su delicada piel blanca se tensó sobre sus frágiles huesos. Apretó los labios, negó con la cabeza y se dio la vuelta para salir del despacho, dándole a entender en silencio que esperaría a que él terminase la llamada.
Peter la vio salir y frunció el ceño. Lali tenía algo que decir sobre su madre y su hermana, y no era algo precisamente agradable. Ella no mentía, y él ya había sacado sus propias conclusiones. En su opinión, Emilia era una persona superficial y descuidada, y Euge una niña mimada y rencorosa; ninguna de las dos merecía a Lali. Ahora ella había vuelto de visitarlas como si acabara de presenciar un accidente en cadena, y Peter supo exactamente de quién era la culpa.
Era evidente que debían producirse algunos cambios, pensó. La próxima vez él estaría presente cuando Lali viera a su familia. De ese modo podría asegurarse de que la trataran con el debido respeto.
Lali entró tambaleándose en el cuarto de baño, donde las náuseas acabaron por superarla. Luego, con la frente apoyada en la fría pared de azulejos, empezó a temblar incontrolablemente. Se sentía como si estuviera viviendo una pesadilla de la que no podía despertar. Por primera vez en su vida, no podía encontrar nada por lo que mereciera la pena ser optimista, y aquella sensación de negra desesperanza amenazaba con engullirla para siempre. Luchando por recuperarse, se mojó la cara con agua fría y se miró al espejo, pero enseguida apartó la mirada. Tenía que hacerlo y salir de allí. Un pequeño paso cada vez. Pero el siguiente paso que tenía que dar era el más horrible y difícil de todos.
—Tengo algo que decirte...

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