Lali se puso pálida e inclinó la cabeza.
—No.
—¿Pero todo ha terminado entre vosotros?
—Sí.
—Y obviamente los dos estáis muy contentos al respecto.
—No tenemos elección —dijo ella con voz ahogada. No podía soportar la idea de que Peter estuviera solo y amargado.
—Siempre hay elección.
—No. ¡A veces las decisiones se toman por ti y son muy crueles! —espetó ella. Se excusó y corrió a la oficina a ocultar su angustia.
Al tercer día, Albert despertó a Peter con un canto más fuerte de lo habitual. Peter soltó un gemido. Las últimas cuarenta y ocho horas habían sido una imagen borrosa de pesadillas y desolación, pero ya era suficiente. Se levantó de la cama y se metió en la ducha.
Lali... Su recuerdo lo golpeó como un puñetazo en la garganta.
Un café bien cargado lo esperaba cuando volvió al dormitorio. Tolly siempre iba un paso por delante, pensó amargamente mientras ponía una mueca de dolor por la horrible resaca.
—Enseguida tendrá listo su desayuno favorito —le prometió el viejo mayordomo desde el fondo del vestíbulo. Sabía perfectamente que lo único que impedía a Peter recurrir de nuevo al olvido que ofrecía el alcohol era la fuerza de voluntad.
Peter contempló la hermosa vista que ahora tenía la vieja casa como punto de referencia central. Se preguntó qué estaría haciendo Lali y apartó su plato. Había perdido el apetito.
—Después de que mis padres se divorciaran, ¿con cuánta frecuencia vino Valente a Lanzani Court? Tolly lo miró atónito.
—Nunca vino.
—Ya sé que no tengo ningún recuerdo de que viniera de visita. Pero ¿es posible que viniera al pueblo y se hospedara en otra parte?
—¿Por qué haría algo así? Hasta donde yo sé, su padre no volvió a poner un pie en Irlanda hasta meses después de que enterraran a su madre. Recuerdo muy bien su primera visita —dijo Tolly—. Dio mucho que hablar en el pueblo. Hizo que se le celebrara una misa conmemorativa por su madre, y también que se bendijera la casa. Era un hombre supersticioso y su conciencia lo inquietaba. Vino aquella única vez, y fue incapaz de quedarse ni siquiera una noche bajo este techo. Pasaron años hasta que volvió a alojarse aquí.
—¿Tan buena memoria tienes? —le preguntó Peter.
—Tan buena como usted... o quizá mejor.
A Peter le brillaron los ojos con renovada energía y retomó el plato para seguir comiendo. La memoria de Tolly concordaba con lo que él siempre había creído. Podía comprobarlo y hacer preguntas. Pero lo primero y más importante era pedir unas pruebas de ADN. La madre de Lali tal vez no hubiera mentido, pero cabía la posibilidad de que estuviera equivocada. No sería la primera mujer que sacara conclusiones erróneas.
Maass
ReplyDeleteOtrooo
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