—Esperaba que pudiéramos llegar a un acuerdo —admitió Gas.
—Me gustaría que fuera posible —le dijo Lali sinceramente—. Pero necesitaré ganarme la vida de alguna manera, y no sé si conseguiría muchos ingresos con tus caballos ocupando tanto espacio...
—Puedo empezar a reparar las viejas caballerizas y trasladar allí a los caballos castrados. En eso consistía la segunda fase del plan de expansión de Julia. Las cuadras nuevas eran fundamentales para atraer a los propietarios que querían lo mejor para sus monturas.
Era muy fácil hablar con Gas. Era un joven honesto y decidido, y no tenía el menor inconveniente en hablar de los planes originales de Julia. Tras haber abandonado el negocio de la escuela de equitación, debido a los altos costes de mantenimiento y seguros y a que sólo resultaba rentable en la temporada turística, Julia había albergado la esperanza de levantar unas cuadras que atrajeran a nuevos clientes y aumentaran sus ingresos.
—Debía de tener ahorros o algo así, porque se gastó una buena fortuna —le explicó Gas—. Compró esa camioneta nueva, y el furgón para transportar caballos llegó sólo una semana antes de que sufriera su primer ataque al corazón —su buen humor se apagó un poco al recordar—. Tenía sesenta y tres años y parecía gozar de muy buena salud. Estaba esperando una operación quirúrgica cuando murió.
Lali vio cómo Gas tragaba saliva y supo que el joven le había tenido mucho cariño a la anciana mujer. Era muy amable y atento. A Lali le recordó a un oso grande, rubio y bonachón.
—Debería acompañarme mañana a las carreras. Es el último evento de la temporada —le dijo Gas con renovado entusiasmo—. Yo montaré a Tailwind. Puedo presentarle a algunas personas. La gente tiene que saber que está dispuesta a hacer negocios.
—Me encantaría —aceptó Lali.
Entonces fue consciente de la mirada apreciativa que estaba recibiendo y miró hacia otro lado intentando no sonreír. Era halagador que el joven la encontrara atractiva, pero sospechaba que Gas se lanzaría sin dudarlo si ella le daba pie, y eso acabaría con cualquier posibilidad de mantener una buena relación profesional. A menos que estuviera malinterpretando al chico, una aventura con él sería rápida, sencilla y sin el menor compromiso, y ése nunca había sido su estilo.
Aunque tal vez una aventura alocada fuera lo que necesitara en esos momentos. Después de todo, siempre había sido una persona extremadamente sensata y precavida, ¿y adonde la había conducido? Benjamin estaba ahora con Eugue, se recordó a sí misma con amarga sinceridad.
—¿Qué interés tienes en Lali Esposito? —le preguntó Peter a su mayordomo mientras Mary charlaba con una amiga por teléfono sobre lo sublime que era Irlanda... salvo por el mal tiempo, la ausencia de centros comerciales y clubes nocturnos, las incomodidades de la casa de Peter y el tiempo que pasaba éste en las cuadras.
Tolly esbozó una pequeña sonrisa.
—¿Eso no es algo íntimo?
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