Monday, October 5, 2015

capitulo 31 y 32

Los jugadores de apuestas se alineaban a lo largo de la valla, impacientes por ver a los participantes de la próxima carrera. Lali tomó las riendas de Tailwind. Cuando llevaba media vuelta completada por el prado, vio un par de ojos brillantes e incisivos fijos en ella y el corazón le dio un vuelco, como si de repente hubiera tocado una valla electrificada. Peter. Se apresuró a apartar la mirada, sintiendo cómo se le ruborizaban las mejillas. El pelo negro se expandió como una serpentina de fuego sobre su rostro, hasta que se lo sujetó inconscientemente con una mano.
Una vez que Gas estuvo montado en Tailwind, para calentarlo antes de la carrera, le aseguró a Lali que conocería a mucha gente. Gas era muy popular y conocía a todo el mundo. Varios aldeanos hablaban con afecto y pesar sobre Julia, y le hicieron muchas preguntas a Lali sobre el tipo de servicio que ofrecería una vez tuviera listo el negocio. En todo momento Lali fue consciente de la enervante necesidad que sentía de mirar alrededor en busca de Peter, pero luchó contra aquel impulso mortificante con todas las armas de las que disponía. Por amor de Dios, ¡ella ya no era una colegiala ni podía comportarse como tal!
Tailwind salió disparado de la línea de salida como una bala, pero tuvo que abandonar la carrera en la segunda valla. Abatido por la mediocre demostración,  Gas llevó al castrado al furgón.
—¿Dónde se ha metido Daniela? Lali descubrió a la joven escondida detrás del puesto y se abrió camino entre la multitud hacia ella.
—¿Qué estás haciendo aquí? Gas te está buscando...
Daniela la miró nerviosa.
—Enseguida voy. Mi hermano está por ahí. No quiero que me vea.
—¿Tan temible es?
—Más todavía —por un momento, Daniela pareció mucho más joven y vulnerable—. Nunca podré estar a la altura de sus expectativas. Quiere que sea lista como él, pero no lo soy.
—Apuesto a que eres mucho más lista de lo que tú misma te crees. No te subestimes tanto. ¿No puedes hablar con tu madre de esto?
Una se encogió bruscamente de hombros.
—Mi madre casi nunca está bien. No me gusta molestarla. Tengo a mi hermana, pero ella está casada y con un bebé... Por eso paso tanto tiempo en las cuadras.
Lali reprimió el repentino impulso de abrazar a la joven.
—Siempre serás bienvenida.
Una mujer mayor la detuvo cuando volvía al furgón y le hizo muchas preguntas sobre los servicios de las cuadras. Mostró bastante interés en guardar allí a su caballo y quedó en llamarla para ir a echar un vistazo.
Con una sonrisa de satisfacción ante la posibilidad de ganar su primera clienta, Lali se dio la vuelta y vio que Peter se dirigía directamente hacia ella. El estómago le dio un vuelco y el corazón empezó a latirle desbocadamente.
—¿Es cierto que está planeando reabrir las cuadras? —le preguntó él sin más rodeos.
—Sí, no creo que sea tan buena jardinera para cultivar un huerto —replicó ella, manteniendo la mirada de aquellos ojos que parecían de esmeralda a la luz del sol.
Peter apoyó una mano esbelta y bronceada contra un furgón y la miró fijamente. Lali fue consciente al instante de su imponente estatura y poderosa 

presencia. Obligada a levantar la vista, fijó su atención en aquellas negras pestañas increíblemente largas, que eran lo único que suavizaba su rostro duro y abrumadoramente masculino. De repente le resultó difícil respirar con normalidad.
—Los negocios no tienen ninguna dimensión personal para mí —dijo él—. Quizá encuentre que esa aventura de las cuadras le suponga un mayor desafío de lo que espera.
—¡No me diga que usted está en la misma línea y que vamos a ser rivales! — exclamó Lali sin disimular su horror.
Una expresión de desconcierto tensó fugazmente los rasgos de Peter, Pero enseguida echó hacia atrás la cabeza y soltó una carcajada.
—No... no estoy en esa línea, Lali.
Tenía una sonrisa deslumbrante.Lali sintió que se le acaloraban las mejillas, porque había algo íntimamente sexy en el acento con que pronunció su nombre. Ese nombre que siempre había odiado.
—Ese acento no es de Kerry, ¿verdad?
Él mantuvo la sonrisa, mostrando sus blancos dientes, y ella intentó apartar la mirada, sin éxito.
—En parte sí... pero mis orígenes están mezclados.
—Igual que los míos —dijo ella sin aliento. Luchaba desesperadamente por encontrar algo más interesante que decir, pero tenía la mente en blanco. Un nudo de excitación se apretaba cada vez más en su estómago, amenazando con estallar en una incontenible ola de calor.
—¿Quieres cenar conmigo esta noche? —le preguntó él perezosamente, decidiendo aplazar de momento sus planes para arrebatarle la propiedad.
Sorprendida, Lali pensó en la diosa amazona que vivía bajo su techo.
—Su novia...
Él se encogió despreocupadamente de hombros.
—Mary ya es historia.
Su absoluta indiferencia al hecho de que Mary los estuviese observando a veinte metros de distancia le provocó un escalofrío a Lali.
—Pero ella está aquí...
—Ella sabe que se ha acabado. Se marcha esta tarde. ¿Y bien? ¿Qué dices? —la apremió secamente.
Lali dio un paso atrás. Peter personificaba todos los rasgos masculinos con los que había que tener cuidado: arrogante, desapegado emocionalmente, un depredador de pura sangre... Definitivamente, no era su tipo. Ella no podía pasar por alto ni excusar su desdeñosa actitud hacia la pobre Mary.
—Muchas gracias, pero no. Lo siento. En estos momentos no quiero tener ninguna cita.
—Yo no tengo una cita desde los catorce años —dijo él, preguntándose si ella creía que una breve muestra de desinterés incrementaría su impulsividad... porque le resultaba del todo inconcebible que lo estuviese rechazando.
—Yo estuve comprometida hasta hace muy poco y aún estoy intentando superarlo.
—Yo haré que lo superes por completo —le prometió Peter en voz baja y sensual.

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