Sunday, October 4, 2015

capitulo 30

Unas carpas servían como instalaciones improvisadas para los jinetes y también como bar, con un área cerrada para miembros exclusivamente. El evento había congregado a un gran número de personas, la mayor parte de las cuales iba vestida con la misma sencillez que Lali, en previsión del barro y el mal tiempo.
Mientras aguardaba a que bajaran a Tailwind del furgón; oyó la conversación que mantenían varios hombres junto a ella. Al igual que le ocurrió con Gas, le costó unos momentos poder distinguir las palabras en el acento melódico y musical de Kerry.
—Así que Martin el veterinario estaba intentando ver la yegua de Peter que estaba de parto, mientras la modelo posaba junto a la pared de la cuadra como en uno de esos videoclips... ya sabéis, esos que están censurados. Y llevaba un vestido muy corto —relataba alguien en tono apremiante—. ¿Y qué dijo Peter? ¡Le dijo que se fuera a buscar algo de ropa para ponerse antes de que asustara a la yegua! ¿Podéis creéroslo? —concluyó, con una mezcla de envidia y reverencia en la voz.
Con las mejillas coloradas, Lali se alejó del grupo. A través del campo vio a la novia de Peter Lanzani saliendo de un gran todoterreno. Iba vestida con una chaqueta de tweed a medida y unos pantalones blancos de montar ceñidos a sus largas y esbeltas pierna. La rubia se paseaba como si estuviera en un desfile de modas, y su aspecto era tan espectacular que todo el mundo se detenía para mirarla.
Pero la atención de Lali se dirigió hacia el hombre alto y moreno que caminaba a grandes zancadas hacia el prado. Peter Lanzani. Su altura y complexión lo destacaban entre la multitud. La brisa había agitado su frondosa cabellera negra, y su rostro enjuto parecía de bronce contra el jersey de color claro que llevaba bajo una chaqueta de corte tan elegante que sólo podía ser italiana.
Alguien chocó contra Lali, que se tambaleó hacia atrás y cayó sobre las huellas de neumáticos que algún vehículo había dejado en el barro.
—Lo siento mucho... No la he visto. ¿Se ha hecho daño? —le preguntó un hombre corpulento y de edad avanzada mientras se agachaba para ayudarla.
Lali miró el barro que le cubría la chaqueta y los pantalones y se echó a reír.
—No, estoy bien... Por suerte esta ropa se lava fácilmente.
A unos diez metros de distancia, Peter presenció el encuentro sorprendentemente amable entre aquellas dos personas. Casi todas las mujeres que conocía se habrían puesto a chillar y a despotricar sin atender a razones. Pero la sonrisa instantánea de Lali parecía destinada a tranquilizar a aquel idiota que la había empujado, asegurándole que la caída en el barro había sido una experiencia bastante divertida.
Justo en ese momento se acercó Mary para quejarse de la suciedad que manchaba sus botas de piel recién pulidas. El diamante que él le había dado como regalo de despedida relucía en su cuello de cisne. En unas pocas horas Mary estaría volando a Bélgica. Sacó un espejo de mano para comprobar su peinado y la tentación fue demasiado grande para ella, pues sucumbió a un examen exhaustivo de su rostro desde todos los ángulos posibles. Una soporífera sensación de hastío invadió a Lali, que se alejó discretamente sin que Mary se percatara.
—Me pregunto qué estará haciendo aquí Peter Lanzani —comentó Gas mientras acompañaba a Lali por el prado con su caballo castrado—. No suele acudir a este tipo de eventos.

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