—Además estoy muy ocupada —murmuró ella, incómoda, y retrocedió otros dos pasos. Se sentía intimidada por aquel despliegue de carisma masculino.
Peter intentó ocultar su perplejidad al ver cómo se apartaba. No podía entender a qué estaba jugando. Porque era evidente que se trataba de un juego. A todas las mujeres les gustaba jugar. Pero esa mujer en particular estaba jugando según unas reglas desconocidas para él.
—Ha sido un pacer hablar con usted —dijo ella, y se dio la vuelta para marcharse mientras ponía una mueca de disgusto por su propia torpeza.
Peter era literalmente el hombre de sus sueños, pero no era el tipo de hombre por el que ella se arriesgaría a sentir nada. Por Dios... ¡acababa de despreciar a una mujer tan imponente que dejaba embobado a todo el mundo! Fuera lo viejo y dentro lo nuevo. Aunque estaba convencida de que si él se fijaba en ella era más como un aperitivo que como un banquete. Después de todo, no podía competir con su ex novia, y le costaba aceptar el hecho de que la hubiese invitado a cenar. A ella, Lali Esposito, vestida con unos pantalones manchados de barro y botas de agua, sin maquillaje y con algunos kilos de más que cuando estaba con Benjamin.
Benjamin... La humillación que le provocaba su recuerdo apagó el ardor de sus divagaciones. Tal vez se tomaba la vida demasiado en serio. Tal vez necesitaba aprender a ser más liberal en lo que se refería al sexo opuesto. Aparte de un par de novios en la adolescencia, sólo había tenido a Benjamin en su vida. Ahora volvía a estar sola, y, aunque ya tenía veintiocho años, no se sentía más segura ni experimentada en relación a los hombres de lo que se había sentido a los veinte.
¿Acaso no había cometido el ridículo error de intentar imaginarse a Peter Lanzani como una pareja potencial para toda la vida? ¿Podría ser que sus instintos biológicos la estuvieran llevando al borde de la locura? Ese hombre estaba hecho para las aventuras sexuales. Era atrevido, desvergonzado y... excitante. Y, para ser sincera consigo misma, tenía que reconocer que era mucho más excitante de lo que Benjamin había sido nunca. Debería haber tenido el coraje de aceptar su invitación a cenar y su seducción. Tal vez eso la hubiera ayudado a sentirse un poco mejor cuando pensara en Eugue y Benjamin formando pareja.
—Lali... —la llamó Daniela, acercándose a ella con una expresión de angustia—. Creo que deberías alejarte de Peter Lanzani.
Aunque su propia reacción había sido alejarse de él lo más posible, Lali ya estaba esperando que la invadieran las dudas y la confusión.
—¿Por qué?
—Eres demasiado buena para él... Eres muy amable y confiada. Él pensará que eres tonta y te romperá el corazón.
—No tengo ningún corazón que pueda romperse. Ya me lo destrozó otra persona antes que el señor Lanzani—le confesó tristemente Lali—. Pero gracias por la advertencia.
—No me gustaría verte sufrir...
—¿De verdad es tan malo? —preguntó Lali. Deseaba tanto que le contara más cosas que habló con un tono inconscientemente apenado.
Daniela se ruborizó.
—No es que sea malo —se apresuró a explicar—. Simplemente, pertenece a otro mundo. Seríais como el agua y el aceite, y te pisotearía sin piedad.
massssssssss
ReplyDeleteDaniela seguro es la hermana de peter!
ReplyDeleteMaass