capitulo 48

—Mira, no sé cómo decirte esto, y no me importa admitir que detesto cargar con la responsabilidad... pero no hay nadie más para hacerlo, así que ahí va: Eugue y Benjamin están comprometidos y ya han fijado una fecha para su boda.
La poca sangre que aún le fluía por las venas abandonó el rostro de Lali. Asqueada por las náuseas que le revolvían el estómago, forzó una tímida sonrisa y se obligó a no mostrar la menor reacción. Aunque en realidad no importaba cómo reaccionase, ya que Emilia tuvo mucho cuidado de no mirar directamente a su desolada hija.
—¿Cuándo... cuándo es la boda? —se oyó a sí misma preguntar, aunque en el fondo no quería saberlo.
—En agosto. A tu hermana le gustaría que fueras su dama de honor.
Por si Lali no se sintiera ya lo bastante pisoteada, aquella sugerencia terminó de rematarla.
—Tú y Eugue estabais muy unidas. Te echa de menos. Y no quiere que los amigos y familiares piensen que hay problemas entre vosotros tres. Tienes que aceptarlo, Lali.
—Ya lo he aceptado, pero eso no significa que esté preparada para acompañar a Eugue en la iglesia como su dama de honor. Creo que eso sería ir demasiado lejos para todos —mientras hablaba se sentía como si se hubiera congelado de los pies a la cabeza, ya que no se atrevía a expresar ninguna emoción. No quería recibir compasión ni mostrar sus verdaderos sentimientos. Pero sobre todo la aterraba que su madre pudiera revelarles esos sentimientos a Eugue y a Benjamin. Estaba dolorosamente claro por quién había tomado partido.
Una hora más tarde, sin haber probado bocado del copioso almuerzo que tan elegantemente había sido servido, Lali besó la fría y perfumada mejilla de su madre y se marchó. La aparente indiferencia de Emilia la había traspasado como un cuchillo. ¿Era inevitable que Eugue fuese su hija favorita? Eugue, tan hermosa, encantadora y segura de sí misma, quien nunca había dejado de estar unida a su madre. Lali no soportaba pensar en Eugue y Benjamin estando comprometidos y preparando una boda. Aunque tampoco era sensato hundirse en pensamientos semejantes cuando había prometido que pasaría el resto de la tarde en casa de su padrastro.
El domicilio Esposito era muy animado y ruidoso, y a primera vista siempre parecía estar atestado de críos. Sólo habían pasado seis años desde que Nicolas cambiara de profesión y se embarcara en una nueva carrera como profesor de ciencias en un instituto de enseñanza media. Allí había conocido a Gimena, una profesora de arte veinte años menor que él, y en un corto periodo de tiempo se había encontrado casado y con gemelos. Josh y Jake tenían ya cuatro años y la pequeña y encantadora Emily tenía dos.
Lali se había alegrado de que Nicolas, cuyo amor propio había quedado devastado por las infidelidades de Emilia, hubiera encontrado finalmente la felicidad y una nueva familia con otra mujer. Sus hijos «verdaderos», como recalcó Gimena el día en que nacieron los gemelos. Lali había ocultado entonces su malestar, consciente de que Gimena no lo decía con intención de causar daño. Al contrario; Gimena siempre había recibido con los brazos abiertos a la hijastra de su marido.