Wednesday, October 7, 2015

capitulo 55

Su mirada era tan intensa y penetrante que le dejó la boca seca. Y entonces Peter inclinó la cabeza y la besó como si fuera lo más natural del mundo.
Sabía a humo, vino y sexo. Lali se estremeció por la excitación y la emoción, pero al mismo tiempo la aterraba lo que estaba sintiendo. Incluso estando mareada por el vino, podía reconocer que estaba en manos de un hombre extremadamente sensual y experimentado.
Cuando él la soltó, ella levantó la vista y lo miró a los ojos.
—Eres perfecto para una aventura —murmuró sin pensar en lo que decía. Peter se quedó rígido de repente.
—¿Cómo?
—Dios mío... ¿he dicho eso en voz alta?
—Eso parece... así que explícate.
Lali dejó escapar una carcajada y se concentró en lo que iba a decir.
—¿Qué hay que explicar? Eres un hombre con una reputación salvaje y aventurera...
—¿Y tú en cambio eres del tipo de «hasta que la muerte nos separe»?
—Yo estaba con Benjamin.
Una débil sonrisa se dibujó en los firmes labios de Peter.
—A él lo elegiste para pasar el resto de tu vida, ¿y a mí sólo me ves útil para una aventura?
Lali se dio cuenta entonces de que su fría sonrisa no alcanzaba sus ojos y tragó saliva con dificultad. ¿Lo había ofendido? ¿Cómo era posible que ella pudiera ofenderlo? Peter Lanzani tenía fama de ser un mujeriego. Incluso él mismo había admitido que en su vida no entraba el amor. Ella admiraba su frialdad y deseaba emularlo para poder olvidar a Benjamin y el dolor de la traición. ¿Por qué la pasión sin cadenas tenía que ser un privilegio masculino?
—Por favor, no te lo tomes como un insulto —le murmuró arrepentidamente, pues en algún momento había empezado a disfrutar del estímulo que le provocaba su presencia.
Peter se encogió de hombros en un gesto típicamente italiano.
—¿Cómo podría considerar un insulto una verdad semejante?
—Besas de maravilla —añadió ella, pero enseguida se llevó una mano a la boca y ahogó un gemido—. Esto tampoco debería haberlo dicho. Tápate los oídos... ¡No escuches nada!
Peter observó las fotos que aún quedaban por quemar y las arrojó a las brasas, para luego empujarlas con el pie hacia la destrucción. Lali estaba loca de amor por un hombre que podría hacer de modelo en catálogos de gnomos para el jardín. Sólo había bebido el equivalente a dos pequeñas copas de vino, pero a juzgar por las tonterías que estaba diciendo era evidente la poca tolerancia que tenía al alcohol. ¿Que era perfecto para una aventura? ¿Así era como lo veía? ¿Como una especie de gigoló que sólo servía para una noche? Era una opinión demasiado ofensiva, incluso para él.
Lali se dispuso a levantarse, pero la cabeza empezó a darle vueltas y a punto estuvo de perder el equilibrio.

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