Wednesday, October 7, 2015

capitulo 58

Daniela le pidió que la dejara en el centro de Ballyflynn. Era día de mercado y la calle principal estaba muy atestada de gente y puestos improvisados. Lali compró verduras frescas y sintió una punzada de remordimiento al pensar que aún tenía que preparar el terreno para su propio huerto.
Dooleys Bar parecía compartir el mismo edificio que la oficina de correos. Lali atravesó las puertas pintadas de verde y entró en una sala acogedora con el suelo de losas y el fuego encendido. El olor de la turba ardiendo la hizo pensar en los extensos páramos y brezales que había por cultivar.
El bar estaba abarrotado de granjeros. Todos se giraron para mirarla y algunos la saludaron. A Lali le pareció divertido que a pesar de que no había visto antes a ninguno de ellos todo el mundo sabía quién era.
—¿Cómo estás? —le preguntó Gas alegremente.
Lali se avergonzó de sí misma por sus suposiciones mezquinas. Gas no estaba sentado en un taburete bebiendo cerveza, sino detrás de la barra sirviendo las bebidas.
—Se han producido algunos cambios en las cuadras, pero podemos hablar más tarde.
—Gas... yo me ocupo de la barra mientras te tomas un descanso —dijo una mujer menuda de piel blanca, asomándose desde detrás del mostrador de correos. Tenía hecha la permanente y unos ojos agudos y penetrantes—. ¿Por qué no me presentas a tu nueva amiga?
Por alguna razón, aquella petición hizo que Gas se pusiera tan rojo como un tomate, al tiempo que un silencio sepulcral invadía el bar.
—Mamá...
Atónita porque la amistosa bienvenida de su madre hubiera convertido a Gas en un muchacho tímido y balbuceante, así como por el repentino interés de los parroquianos, Lali se apresuró a intervenir.
—Señora Dalmau... soy Lali Esposito.
—Encantada de conocerla. Gas... ¡no hagas esperar a la señorita! —apremió la señora a su hijo—. ¿Dónde le gustaría sentarse?
—Gracias, pero iremos mejor a la cafetería —dijo Gas, abriendo con presteza la puerta para que Lali saliera.
—Si hubiera sabido que estabas trabajando, no se me habría ocurrido entrar —se disculpó Lali cuando entraron en la cafetería que había al otro lado de la calle. Estaba angustiada por la vergüenza que le había hecho pasar al joven—. ¿El bar es un negocio familiar?
—Pertenece a mi tío. Después de que mi padre muriera nos trasladamos a vivir con él —explicó él mientras le retiraba una silla para que se acomodara—. Daría lo que fuera con tal de poder dedicarme por entero a los caballos, pero me gano la vida ayudando a mi madre en el bar.
Lali se desabrochó su chaqueta de vellón.
—Quiero mantenerte informado de lo que va a pasar con las cuadras... Desde ahora en adelante, Peter Lanzani será mi socio —dijo, y le dio un resumen de lo que el joven necesitaba saber.

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