—La llamábamos Porky Pie cuando éramos niñas —estaba diciendo una voz femenina familiar—. Mamá estaba tan avergonzada de Lali que una vez llegó a decir que era la hija de la asistenta. Era gorda y hablaba con un horrible acento pueblerino. Puede que haya adelgazado desde entonces, pero sigue teniendo una cara mofletuda y un trasero del tamaño de una cosechadora.
Lali se había quedado petrificada. ¿Qué estaba haciendo Euguenia en casa de Benjamin, y por qué su hermana estaba contando cosas tan horribles sobre ella? ¿Intentaba divertir a Benjamin? En un par de ocasiones había oído cómo Euguenia se burlaba cruelmente de otros, pero lo había achacado a la inmadurez propia de una joven, ya que Euguenia era seis años menor que ella.
—Euguenia —la reprendió Benjamin en tono indulgente.
—Me llamo Porky Pie y soy un muermo. Sólo sé hablar de recetas, y estoy tan desesperada por gustar a los demás que dejo que todo el mundo me pisotee como si fuera un felpudo —la imitación de su voz hizo que Lali pusiera una mueca de desagrado y su rostro palideciera más aún mientras entraba en la habitación—.
¿Prefieres una ración de mi pastel de chocolate o algo más jugoso, encanto?
—¿Tienes que preguntarlo? Abre estas hermosas piernas...
A Lali le temblaron sus propias piernas y el estómago se le revolvió como un remolino cuando miró a través del amplio suelo de madera pulida sin poder creerse lo que veía. Benjamin estaba tumbado de espaldas en la cama, completamente desnudo, y tiraba de su hermanastra, igualmente desnuda, para colocarla encima de él. El sedoso cabello rubio caía sobre los esbeltos y bronceados hombros de Euguenia, que se reía con desenfreno al tiempo que adoptaba una postura mucho más íntima y sensual.
—Me encantan tus pequeños pechos... —dijo Benjamin con un gemido de placer, llevando sus ávidas manos hacia los montículos que se le ofrecían descaradamente, mientras Euguenia arqueaba la espalda en un movimiento eróticamente provocador.
Lali se había quedado clavada en el sitio, contemplando absolutamente perpleja la escena que se desarrollaba frente a ella.
—No como los míos... —se oyó a sí misma decir. Su voz sonó alta y clara, pero a Lali le pareció curiosamente flemática y carente de toda emoción.
Los dos amantes se quedaron paralizados tan repentinamente que en otras circunstancias podría haber resultado hasta cómico. Benjamin dio un respingo sobre la almohada.
—¡Lali!
—¿Cuánto tiempo lleváis juntos? —preguntó Lali con asco, apretando los puños al tiempo que se obligaba a no desviar la mirada.
Euguenia se apartó de Benjamin con calma y elegancia y miró a Lali, desafiándola abiertamente con su belleza y sus brillantes ojos azules.
—Meses. No puede saciarse de mí, ni en la cama ni fuera de ella. Siento que hayas tenido que enterarte de esta manera. Pero así es la vida. Es dura para todos nosotros. A mí no me ha hecho ninguna gracia tener que mentir, como si estuviera haciendo algo de lo que avergonzarme.
Benjamin se puso los pantalones torpemente y le ordenó a Euguenia que se callara. Lali se estremeció ante la intervención de su novio... o mejor dicho, de su ex novio. Al acostarse con su hermana, había hecho trizas el compromiso. Haciendo un esfuerzo
supremo por controlarse y no permitir que sus emociones la traicionaran, se dio la vuelta y salió muy rígida del apartamento.
que hdp son euguenia y benjamin lali le ubiera dado una buena chachetada a los dos
ReplyDeleteque asco son esos dos, pero por lo menos lali los vio antes que se casara con ese cerdo mas
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