—Es un shock para ti, pero Emilia no puede entender eso —dijo Salvador con un suspiro—. Ahora podrás ver por qué tu madre te pidió discreción. Tiene un miedo horrible de que el secreto salga a la luz. Vargas tenía muy mala reputación, y ella no podría soportar que la relacionaran con él de ninguna manera.
Lali no dijo nada. No confiaba en su voz ni en su temperamento. Le parecía que no había ningún modo apropiado de expresar sus sentimientos, así que se levantó para marcharse.
Salvador tuvo la delicadeza de ofrecerle una taza de té y sugerirle que esperara a que su madre volviera. Pero Lali sabía que estaba impaciente por cerrar de una vez por todas, aquel capítulo. Obviamente no se sentía cómodo con las escenas sentimentales.
Lali estaba saliendo del hotel sin saber adónde se dirigía cuando sonó su teléfono móvil. Era Stefano.
—He intentado hablar con mamá sobre tu padre —empezó a decir su hermanastro—. Pero ha resultado ser un desastre.
—¿En serio? —preguntó ella en tono apagado y aburrido.
—No sabía que Salvador estaba trabajando en la otra habitación y que pudo oír cada palabra que dijo. ¡Fue un infierno! Mamá empezó a llorar y Salvador entró enseguida. No tuve más remedio que dejar el tema.
—Claro.
—Para serte sincero, no me gustaría volver a hablar con mamá de esto. Ni tampoco decirle a Salvador que se meta en sus propios asuntos. Lo siento.
—No te preocupes. No es tan importante.
—¿Estás segura?
—Totalmente —afirmó Lali, intentando respirar hondo—. ¿Te contó algo mamá?
—Nada.
—¿Le hablaste de Peter?
—No. Ya sabes cómo es. No quería que yo fuera a Irlanda, así que no le interesa lo más mínimo lo que pueda contarle de allí.
—Mejor así. Hazme un favor... no menciones a Peter. Es... bueno... él y yo... hemos terminado —confesó de forma brusca.
—¿En serio? ¿Esas dos semanas de vacaciones eran el beso de despedida? Tengo que reconocer que me sorprende. Por cierto, han aceptado mi oferta para comprar Slieveross.
—Oh, eso es fantástico...
Stefano concluyó pronto la llamada y Lali devolvió el móvil al bolso. Hasta que un hombre que pasó a su lado la miró no se dio cuenta de que tenía el rostro cubierto de lágrimas. Intentó recuperarse con todas sus fuerzas. Sus pensamientos intentaban apuntar directamente al corazón de la agonía que crecía en su interior, pero estaba convencida de que si reconocía aquella agonía, ésta la llevaría al borde de la locura.
¿Cómo podía el mundo ser tan pequeño? ¿Y cómo podía el destino ser tan cruel para convertir lo que más amaba, valoraba y necesitaba en lo que acabaría
destruyéndola? Sintiendo cómo las emociones más primitivas amenazaban con invadirla, reprimió la peligrosa turbulencia interna y se obligó a pensar en los pasos más pequeños y sencillos que tenía por delante.
+++++++++++
ReplyDeletemasss
ReplyDelete