Sunday, October 4, 2015

capitulo 25

—La familia de su madre vivía no lejos de aquí, a unos cinco kilómetros del pueblo. La casa no tiene dirección, pero le dibujaré un pequeño mapa para que pueda ir a echar un vistazo.
—Gracias... Me encantaría —respondió Lali.
—¿Quiere que le cuente lo que mejor recuerdo de su madre?
Lali asintió muy seria y se ofreció para servir el té.
Viéndola llenar las tazas, Joseph sonrió y se recostó cómodamente en su raído sillón junto al fuego.
—Su madre debía de tener unos catorce años cuando decidió que no quería seguir siendo Cielo y empezó a llamarse a sí misma Emilia.
Lali parpadeó con asombro. No tenía ni idea de que su madre había elegido el nombre de Emilia para sí misma. ¿Cielo? Lo único que había sabido acerca del pasado de su madre eran los datos básicos: que era la hija de un granjero quien se había quedado viudo siendo ella una niña y que su hermano mayor había muerto en un accidente con un tractor.
—¡Qué jaleo se armó! —dijo Tolly riendo—. Las monjas del colegio no toleraban los caprichos de las niñas, pero su madre se atrevió a desafiar a todo el mundo... incluso al viejo y arisco sacerdote que teníamos por aquel entonces —sus expresivos ojos invitaron a Lali a que compartiera su buen humor—. Por desgracia tuvo que pagar un precio muy alto por su insolencia, porque su padre la sacó del colegio a una edad muy temprana, y era una alumna brillante.
—¿Cómo era mi abuelo? —preguntó Lali ansiosamente.
—Dermont  tenía muy mal carácter —le confesó Tolly, con una expresión de sincera disculpa por tener que contárselo—. Fue un hombre sin suerte, y sus continuas frustraciones lo llevaron a ser un padre muy duro e intransigente. No permitía que su hija tuviera una vida normal como las de las otras niñas, así que cuando ella se fugó a nadie le extrañó. Cuando no la tenía trabajando en la granja, su padre la obligaba a trabajar para otras personas y se quedaba él con sus ganancias.
Lali se quedó asombrada por lo que estaba aprendiendo, y finalmente comprendió por qué su madre había optado por enterrar aquel pasado distante.
—Ojalá me lo hubiera contado ella misma. Nunca imaginé que su infancia hubiera sido tan difícil.
—Su prima, Julia, le dijo una vez a mi difunta esposa que cuando su madre intentó plantarle cara a Dermont, éste la amenazó con meterla en el convento con las monjas. Esto puede parecerle increíble, pero hasta hace veinte años, algunos conventos se dedicaban a los negocios de las lavanderías y empleaban a mujeres jóvenes que habían sido puestas a su cargo porque supuestamente representaban una amenazada para la sociedad decente. Más de una hija desobediente acabó en uno de esos desgraciados lugares, y algunas de ellas nunca volvieron a salir.
Lali se puso pálida cuando estableció la conexión.
—¿Se refiere a las lavanderías Magdalene? Tolly asintió gravemente.

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