Monday, October 5, 2015

capitulo 40

—Sólo le estoy diciendo que lucharé con todas las armas que tenga a mi alcance — respondió Lali—. ¿Quiere que circule el rumor de que utilizó su dinero, su poder y a sus abogados para engañar a una anciana y hacerle firmar un contrato injusto? ¿Y que luego usó ese contrato para despojarme de mi herencia?
—Eso sería una burda falsificación de los hechos. La señorita Calvo se puso en contacto con Lanzani Enterprises, y fue lo bastante astuta para aprovecharse de mi deseo en adquirir la propiedad como arma de negociación. Además, se contrató a un abogado a cargo de mi empresa para asesorarla.
Cuando terminó de hablar, Lali sintió que se ruborizaba por la culpa. Era dolorosamente consciente de las tácticas chantajistas que estaba empleando para afianzarse en su posición. Sin embargo, tenía que reprimir su sensibilidad... Estaba convencida de que suponía un obstáculo en el radio de acción de Peter.
—¿Puede demostrar eso que dice? —le inquirió, cerrando la puerta de su conciencia a cualquier noción de juego limpio—. Como sin duda sabrá, a la prensa le encanta contarlo todo desde la perspectiva más escandalosa. Aunque se publique una retractación a posteriori, la gente se suele quedar con lo que ocurrió antes.
—¿Y usted me acusa de hacer negocios como un criminal? —murmuró Peter con suavidad. Aquella confrontación estaba tomando un cariz que nunca se hubiera imaginado. Su contrincante no estaba llorando ni suplicando, ni intentando apelar a sus buenos sentimientos.
Era raro que alguien sorprendiera sus expectativas, pero Lali lo había conseguido. Allí estaba, delante de él, orgullosa y erguida, vestida con una chaqueta negra de algodón de corte conservador y una falda que le llegaba por las rodillas. Para Peter, que había pasado varias semanas con una mujer que se desnudaba a la primera oportunidad, aquel vestuario no podía ser más anticuado y pasado de moda. Con su penetrante mirada protegida por espesas pestañas, la examinó con una mezcla de interés y regocijo... muy a su pesar, ya que no podía creerse que esa mujer se hubiera atrevido a amenazarlo. Se preguntó cuánto tiempo esperaría para retarla a que hiciera lo que decía. Lali no podía tener peor opinión de él y no se andaba con rodeos. Se suponía que aquello no debía preocuparlo, ya que no guardaba muchas ilusiones sobre sí mismo ni lo inquietaba la imagen que pudiera tener el mundo de él. Sin embargo, la deplorable opinión que Lali se había formado lo irritaba de un modo inexplicable.
—No voy a renunciar a mi casa —le dijo ella desafiantemente—. Le he dado un giro radical a mi vida para venir a Irlanda y pienso quedarme aquí.
—¿Eso quiere decir que piensa devolver el préstamo? —le preguntó él. Ya iba siendo hora de obligarla a poner los pies en la tierra. El rostro de Lali palideció.
—¿Tengo tiempo para analizar mis opciones?
—Cuatro semanas como máximo... y estoy siendo generoso —respondió él con rapidez—. Intente ser realista. Con lo que estoy dispuesto a pagarle por su herencia podrá comprarse un terreno por los alrededores, contratar a un arquitecto y levantar una réplica de su hogar actual.

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