—La oportunidad de vivir en el campo y trabajar con caballos... y la sensación de estar unida a mi familia.
—¿Qué? —espetó Emilia con manifiesto desdén—. ¿Con un padre al que ni siquiera conoces y al que debería alegrarte no conocer?
Se hizo un silencio sepulcral. Lali se puso pálida ante la mención de un hombre cuya existencia Emilia había fingido ignorar. El corazón le latía con fuerza.
—La verdad es que no me estaba refiriendo a mi padre. Me refería a Julia y al hecho de que tú hubieras crecido allí. ¿Por qué dices que debería alegrarme de no conocer a mi padre?
Emilia apartó la mirada del intenso escrutinio al que la sometía su hija.
—Yo no he dicho eso.
—Sí, lo has dicho —insistió Lali con expresión afligida—. ¿Te agredió? ¿Fui yo el resultado de una violación? Si es ésa la razón por la que nunca has querido hablarme de mi padre, preferiría saberlo.
Emilia arqueó una ceja y arrugó la nariz en una mueca de desprecio ante una sugerencia semejante.
—Pues claro que no fui violada.
Lali sintió un inmenso alivio por su respuesta. En más de una ocasión se había preguntado si el empeño de su madre por guardar silencio podría ser su manera de ocultar alguna verdad inconfesable. Al mismo tiempo había sido igualmente consciente de que su madre tendía a ignorar o rechazar cualquier cosa que la hiciera sentirse incómoda. Por aquella razón nunca habían hablado tampoco de la aventura entre Eugue y Benjamin.
—Entonces dime por favor quién es mi padre.
Emilia le lanzó una mirada furiosa de reproche.
—¿Por qué sigues insistiendo cuando sabes perfectamente que me niego a hablar de eso? Tengo derecho a proteger mi intimidad. Créeme, no importa para nada quién fuera tu padre.
—Lamento ser tan persistente. No quiero hacerte enfadar. Pero a mí sí me importa saber quién es mi padre. Lo único que quiero es que me digas su nombre —confesó Lali—. Significa mucho para mí; de otro modo no se me ocurriría sacar un tema que sé que tanto te disgusta. Y te estaría enormemente agradecida si me dieras alguna idea de lo que pasó, de modo que pudiera conocer mi propia historia.
Emilia hizo girar sus ojos azules en un gesto de exasperación.
—¿Por qué siempre tienes que estropearlo todo, Lali? —la reprendió con irritación—. Te he invitado porque pensé que podría inculcarte un poco de sentido común al tiempo que te hacía un favor. Gracias a Salvador tienes la oportunidad de conseguir un trabajo magnífico y empezar de nuevo en París.
—Sí —admitió Lali con un suspiro, profundamente dolida por haber arruinado el encuentro con su madre—. Pero por desgracia no quiero vivir en París.
—Pensé que esto te ayudaría a superar esa tontería con Benjamin.
—¿Tontería? —repitió Lali, horrorizada por la palabra que había utilizado su madre y que trivializaba de un modo inaceptable la traición que casi la había destrozado por completo.
Su madre expulsó un profundo suspiro.
Nos entiendo xq le sigue importando lo q ella diga, si sabe bien verdaderamente quien le importa a su madre y claramente no es ella, y q hay del derecho d lali de saber quién es su padre! Como el de ella de mantener a salvo su intimidad! Q triste y feo tener una madre así q siquiera intenta comprender lo q ella quiere
ReplyDeleteMás!
la mama de lali es una idiota, pobre lali querer saber quien es su padre y que no le digan
ReplyDeletemas
ReplyDelete