Thursday, October 1, 2015

capitulo 75

Una hora después, Peter se preparó un sándwich porque estaba muerto de hambre y pensó en llamar a Adrian para ver si su hija estaba con él. Sin embargo, no quería parecer demasiado protector ni controlador, así que esperó.
Dos horas después, estaba anocheciendo y Peter estaba empezando a sentirse realmente preocupado. Lali siempre le decía adónde iba y a qué hora iba a volver o solía llamarlo para que no se preocupara.
Peter ya no pudo más y llamó a casa de su padre, pero Adrian le dijo que Lali no estaba allí. Tras despedirse asegurándole que no pasaba nada y que seguro que llegaba de un momento a otro, se encontró con que no sabía dónde llamar pues no se sabía el teléfono de ninguna de sus amigas.
—Maldita sea —exclamó sintiendo que se aproximaba un dolor de cabeza.
¿Dónde demonios se habría metido? Hacía ya cuatro horas que él había vuelto de trabajar y, a lo mejor, incluso se había ido antes. De repente, Peter sintió miedo. ¿Y si se había puesto enferma? ¿Y se había comenzado a sentirse mal y se había ido corriendo al hospital sin tiempo de avisarlo?
No debería haberla dejado sola.
Peter corrió a su despacho con la idea de buscar los teléfonos de las amigas de Lali. Al abrir y cerrar cajones y revolver los papeles que había sobre la mesa en busca de su agenda, movió el ratón del ordenador y comprobó que la computadora estaba encendida, lo que lo preocupó todavía más porque Lali siempre la apagaba cuando se iba de casa.
En ese momento, Peter se fijó en los papeles que tenía ante sí, los leyó distraídamente y se dio cuenta de que era el documento que Adrian y él habían firmado poco después de la boda, el documento por el que el padre de Lali lo hacía heredero de su rancho cuando muriera.
Tras firmarlo, Adrian le había repetido repetidamente lo contento que estaba, pero él no se sentía así y ahora sabía por qué. Tendría que haberle dicho que no, que no le interesaba su rancho o, por lo menos, tendría que haber quemado los papeles en cuanto hubiera llegado a casa y no dejarlos donde Lali pudiera verlos.
Porque, obviamente, los había visto y ahora creía que solamente se había casado con ella por una parcela de tierra. Nada más lejos de la realidad, pero era imposible que ella lo supiera.
¿Cómo lo iba a saber si había hecho todo lo que había podido para mantener las distancias entre ellos?
Peter se pasó las manos por el rostro y se dijo que lo había estropeado todo. Lo peor era que le había hecho daño a Lali, lo último que hubiera querido hacer.
Tenía que encontrarla.
Al salir por la puerta a toda velocidad se encontró con la persona que menos le apetecía ver en aquellos momentos.
Suzanne.
—¿Qué demonios haces aquí? —le espetó.
—¿Qué voy a hacer, tonto? He venido a verte, por supuesto —contestó su ex mujer con voz melosa.

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