Monday, October 19, 2015

capitulo 9

Cuando Lali llegó a casa esa noche, estaba fisica y emocionalmente agotada. Después de su fatídica reunión con Peter, había ido a su oficina y tratado, sin éxito, de concentrarse en las citas y el papeleo de su trabajo como asistente social. Afortunadamente, no tenía ninguna visita a domicilio que realizar y podría revisar nuevamente sus notas más tarde, cuando volviera a sentirse ella misma, menos distraída y abrumada.
Durante todo el día había oído sólo tres palabras dando vueltas en su cabeza, con la voz profunda y seductora de Peter.
—Necesito una amante.
Y lo que más le fastidiaba, lo que llevaba su mente a un territorio confuso y peligroso, era que cada vez que esas palabras resonaban en su cabeza, le asaltaban oscuros pensamientos.
Se lo imaginaba despojado de aquel caro traje hecho a medida, con su piel bronceada y sus tersos y fuertes músculos, tumbándose sobre ella, desnuda sobre sábanas de satén y ansiando su contacto.
El era un hombre atractivo, guapo y viril. Y ella era una mujer de carne y hueso. Nadie podía culparla por tener aquella fantasía, especialmente después de que, unas horas antes, la hubiera invitado a compartir su cama.
Lo que más le asustaba era que, de estar indignada como había estado en un principio, ahora empezaba a considerar seriamente el trato que le había ofrecido.
Dejó su maletín en el suelo, debajo del perchero que había justo detrás de la puerta de entrada, y se quitó los zapatos, respirando aliviada al mover los dedos de sus pies libremente. No solía usar esa clase de zapatos de tacón tan alto para trabajar, pero iban muy bien con su poderoso conjunto favorito y había necesitado reunir la suficiente confianza en sí misma para dirigirse a Compañías Lanzani y hacerle frente a Peter en persona.
Caminó sobre el encerado suelo de parqué, deteniéndose un momento para ojear la pila de correspondencia que había en la mesa que había al pie de las escaleras.
Había vivido en esa casa, en Gabriel’s Crossing, toda su vida, pero últimamente había comenzado a sentirse incómoda y fuera de lugar. Tal vez porque no era tanto una casa, sino más bien una mansión, algo salido de una película. En la entrada, había unas gigantes columnas jónicas, una amplia y curvada escalera que iba desde la puerta de entrada hasta la segunda planta y unos balcones con vistas a varias hectáreas de hermoso paisaje tejano.
Su padre la había hecho construir cuando Suministros para Restaurantes Esposito comenzó a obtener ganancias. Lali siempre había sospechado que aquel diseño tan ostentoso se debía, en parte, a que sus padres siempre habían soñado con una casa como aquélla, pero también para demostrar, a cualquiera que pudiera
dudarlo, que la primera generación de mexicanos en Estados Unidos, no sólo podía prosperar personal y familiarmente, sino también hacerlo extremadamente bien.

No comments:

Post a Comment